Santiago Auserón y Lara Almarcegui son dos protagonistas indiscutibles de nuestra actualidad cultural. Su personalidad y su trayectoria tienen un notable atractivo y también poseen opiniones propias que merecen la pena ser tenidas en cuenta. De ahí que la revista TURIA no haya dudado, en su nuevo número que se distribuirá este mes de marzo, en dedicarles a cada uno de ellos sendas entrevistas a fondo y en exclusiva. Ambos son zaragozanos de nacimiento y ciudadanos del mundo por convicción. Y ambos no se resignan a aceptar el mundo que nos rodea y utilizan su creatividad para transformar una realidad que no les gusta: bien para construir alternativas, o bien para enriquecer nuestra mirada y nuestra sensibilidad.
Ambos, el músico/filósofo y la artista conceptual, forman una pareja atractiva por el innegable interés y coherencia que nos brindan sus respectivas labores creativas. Auserón acaba de publicar un ensayo bajo el título El ritmo perdido y sigue inmerso en sus proyectos musicales y en la elaboración de su interminable tesis doctoral. Almarcegui, por su parte, mantiene un buen ritmo de exposiciones individuales y prepara su participación estelar este año como representante española en la célebre Bienal de Venecia.
Santiago Auserón y Lara Almarcegui conversan en TURIA, con complicidad y sin reparos, acerca de un amplio repertorio de temas: el papel de la música y su evolución, la transición política y la movida madrileña, el mestizaje, la necesidad de regenerar la cultura española, las ciudades y su urbanismo o la fascinación por los descampados.
EL NI?’O QUE PERCIBIA EL SONIDO AMPLIFICADO EN LA OSCURIDAD
Santiago Auserón fue un niño prematuramente consciente y reflexivo que, gracias a su madre, aprendió el repertorio de la zarzuela y al que su abuela colaba en las últimas filas del Cine Dorado de Zaragoza, una experiencia que le hizo percibir «el sonido amplificado en la oscuridad». Hoy sigue siendo «un estudiante de filosofía». O sea, un hombre curioso e inquieto, atento a las voces y los ruidos del entorno pero también a los que surgen del interior, a esos que alientan la reflexión y el carácter introspectivo.
Mito musical en nuestro país gracias a Radio Futura y Juan Perro, Auserón reconoce que «estamos acercándonos a un periodo de dificultades extremas para poder seguir haciendo canciones interesantes».
La entrevista que Emma Rodríguez realiza para TURIA nos permite retratar a Santiago Auserón como un inconformista, un rebelde nato, un ser crítico, profundo y a la vez dispuesto a la jocosidad, siempre acostumbrado a cuestionarse el mundo.
Preguntado por ese permanente mestizaje que en su vida se ha producido entre música y filosofía, Auserón cree que «son fenómenos que están muy ligados: la canción es una unión de letra y música y a la vez una célula cultural que lleva a la reflexión». Sobre la situación de la canción contemporánea no se muestra muy optimista: «estamos acercándonos a un periodo de dificultades extremas para poder seguir haciendo canciones interesantes». Una época actual que contrasta con la que vivió Auserón durante la Transición y los años 80, etapa de vitalidad y descaro: «fuimos capaces de atrevernos y de cumplir el destino de España reclamando nuestra parte de participación, pero entonces hubiéramos tenido que reclamar también la consolidación de esas expectativas a lo largo del tiempo, haber sido capaces de hacer durar nuestro deseo de corazón, en lugar de morirnos de estrellato en la barra de los bares».
Auserón se muestra también muy contundente a propósito de las preocupaciones identitarias: «me parecen una pérdida de tiempo». De ahí que «cada vez que escucho lo de la marca España o marca Cataluña se me erizan los pelos».
Para Santiago Auserón, «atravesamos un erial cultural a todos los niveles». Y es que «la cultura se ha sometido a las leyes del mercado y ha acabado siendo una caricatura. No hay criterio, se sigue el sendero de la rentabilidad inmediata». Un empobrecimiento muy peligroso frente al que Auserón practica «un cierto pesimismo deliberado. Quiero verle las orejas al lobo todo el rato porque no deseo dejarme llevar por el entusiasmo lírico de que acabaremos construyendo un mañana mejor. No sé si llegaremos a construirlo. Todo indica que no pero, sin embargo, me siento llamado a insistir en esa posibilidad».
LARA ALMARCEGUI: «VA A HABER CAMBIOS Y LAS CIUDADES SE CONFIGURARAN DE OTRA FORMA»
Lara Almarcegui es ya una de nuestras artistas de mayor proyección internacional: lo demuestra el que ejerza su labor desde Holanda y, sobre todo, haber sido seleccionada para representar a España en la próxima edición de la célebre Bienal de Venecia. Aunque su actividad se suele desarrollar en entornos apartados y en silencio, sus tareas artísticas nunca pasan desapercibidas. Más bien son actividades titánicas o de gran envergadura que, en este mundo globalizado, podemos encontrar expuestas desde Taipei a Sevilla, desde León a Rotterdam.
Almarcegui trabaja siempre desde el espacio y para el espacio, sobre todo si estos entornos tienen una personalidad muy marcada. Así la retrata el periodista Javier Díaz-Guardiola en una conversación sin desperdicio. En ella descubrimos a una artista a la que le gusta hablar de por qué hace lo que hace y muy interesada por «lo que sucede en la calle». De ahí que siempre su mirada priorice aquellos ámbitos que suelen pasar desapercibidos o a los que se considera un fracaso del avance del progreso: descampados, huertos, ruinas, edificios abandonados???
Lara Almarcegui nos ha enseñado a contemplar la ciudad con otros ojos, sin despreciar ni desperdiciar absolutamente nada: «me llaman la atención los lugares sin diseñar, es decir, los descampados». Para la artista, «los descampados no son sólo lo contrario de lo construido sino que, además de ofrecer una crítica a la ciudad que los alberga, construyen otra realidad. A mí, desde luego, me interesan más que esa imagen que los políticos me dan de lo urbano».
Según Almarcegui, que ha trabajado tanto con el desarrollo urbanístico aunque sea a la contra, «estamos entrando en un periodo diferente, donde las ciudades se configurarán de otra forma». Por eso, en la entrevista que publica TURIA, asegura que la «conciencia ecológica será mayor dentro de cincuenta años» y reconoce que su trabajo artístico no es sino un ejemplo más de que otra vía es posible en la relación del ser humano con el territorio.
TURIA, que cumple 30 años de trayectoria en este 2013 y cuenta con periodicidad cuatrimestral, es una de las publicaciones culturales españolas más veteranas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.
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