La exposición «La Casa Grande de la Baronía de Escriche: la colección permanente», que puede contemplarse actualmente en el Museo de Teruel, está obteniendo un gran éxito de visitantes. Un total de 3.500 personas han descubierto ya la labor de restauración llevada a cabo y que ha permitido recuperar ese notable patrimonio artístico que data de los siglos XVII – XVIII. El próximo día 18 de noviembre finaliza una exposición que ha permitido, por primera vez, que el público conociera este interesante conjunto de pinturas murales de autoría desconocida.
La Diputación de Teruel ha querido, a través de esta exposición, hacer accesible el conocimiento de este singular legado creativo que permaneció, hasta hace pocos años, ubicado en la Baronía de Escriche y que se encontraban en un grave estado de deterioro.
A través de esta exposición se pretende difundir este importante patrimonio y contextualizarlo, resaltando la importancia histórica del señorío de Escriche, desde su creación en el siglo XIII hasta su desaparición en el siglo XIX. Se trata, sin duda, de un evento cultural de evidente interés por cuanto permite conocer una selección de 19 pinturas que originalmente formaban parte del edificio conocido como Casa Grande de la Baronía de Escriche, actualmente propiedad de la Diputación de Teruel. Un espacio que, durante varios siglos, fue utilizado como casa solariega de temporada por una de las familias nobles más importantes de la historia de Teruel: los Sánchez Muñoz, con etapas en las que también fue propiedad de otro linaje notable, los Marcilla.
La exposición «La Casa Grande de la Baronía de Escriche: la colección permanente» permite descubrir, además del importante conjunto pictórico, diversos objetos y materiales arqueológicos localizados en las excavaciones realizadas en dicho edificio y en su entorno.
UN NOTABLE CONJUNTO DE PINTURAS MURALES
La intervención sobre las pinturas murales de la Baronía de Escriche se realizó en el marco del proyecto de adquisición, recuperación y puesta en valor de dicha finca, promovido por la Diputación de Teruel. Durante las obras llevadas a cabo en el edificio conocido como Casa Grande, y al objeto de preservarlas de un deterioro irreversible, se procedió al arrancado de las mismas y su almacenaje, para luego continuar con su restauración y así, en un futuro, disponer su colocación final. Ahora su exposición en el Museo de Teruel brinda, desde el pasado día 11 de octubre, la oportunidad única de conocer una amplia selección integrada por 19 de las 41 pinturas que configuran dicho legado artístico.
Las pinturas murales conservadas se ubicaban en la planta noble de la Casa Grande y en el techo que cubre la escalera principal. La temática se centra en una iconografía profana dotada de importantes referencias humanistas. Las pinturas, datadas a finales del siglo XVII o comienzos del s. XVIII, reflejan escenas de género, temas ecuestres y cetrería, paisajes y alegorías de los continentes entre otros temas. Si bien la autoría de las mismas no está comprobada, podría tratarse de un artista o artistas formados en Valencia.
La exposición «La Casa Grande de la Baronía de Escriche: la colección permanente», intenta ofrecer al visitante una recreación de los diferentes espacios y estancias en las que se encontraban las pinturas murales. Todo un flujo del Renacimiento y del Barroco en una pinacoteca simulada.
Como subraya Mª Jesús Pérez Escriche, en el texto de la publicación que documenta la exposición, «esto es lo que querían conseguir los mentores de la Casa Grande de la Baronía de Escriche cuando diseñaron el contenido de su palacio de verano. Como los grandes nobles del momento, eligieron los temas y los estilos que toda buena colección debía albergar. Unas paredes que hablaran de las ambiciones políticas, sociales, intelectuales y, por qué no, también de su ansia de belleza y felicidad.
Estas representaciones se mostraban en un continuo recorrido por las estancias del piso noble de su residencia, comunicadas entre sí por puertas, sin espacios intermedios, para que la lectura de sus imágenes pudiera ser lineal. Como en los museos clásicos. Se pretendía formar una pinacoteca con lo más selecto de su tiempo, con el deseo de ser el museo de sus contemporáneos: un poco de pintura italiana, francesa o flamenca, toques renacentistas y barrocos, temas navales, alegorías, bodegones o paisajes. Un conjunto variado para que luciera colgado de las paredes de la Casa Grande, un espacio con aspiraciones de museo. Hoy en día la lectura se ha interrumpido por la alteración de su disposición, por la ausencia de algunos elementos y por la descontextualización.
Desde los años fronterizos con el inicio del siglo XVIII en que se realizaron las pinturas han pasado tres centurias en las que el abandono y cambio de función y propietarios llevaron a la destrucción y ocultación.
Los Sánchez Muñoz, familia de arraigo y poder en la ciudad de Teruel, ostentaron la propiedad y el título de la baronía durante este periodo. Esa posición de pequeña nobleza impulsó el deseo de convertir su feudo en una declaración de intenciones sobre su situación social, definida por sus vínculos con la Orden de Malta y con las grandes corrientes artísticas vigentes. Y desde luego que consiguieron notoriedad; a partir de sus pinturas se creó el mito fundacional del señorío».
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