La diputada provincial Emma Buj y el artista Godofredo Edo

La diputada provincial Emma Buj y el artista Godofredo Edo

El Museo de Teruel inaugura hoy viernes día 11 de noviembre, a las 20 horas, la exposición «Edo s/t.». A través de una amplia retrospectiva integrada por un total de más de 50 obras, podrá contemplarse la obra de un artista muy poco conocido aunque de gran interés dentro del panorama de la abstracción pictórica española. Organizada con lacolaboración de la Fundación Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora, la exposición podrá contemplarse simultáneamente en ambas sedes hasta el 8 de enero de 2012.
La presentación de esta exposición ha tenido lugar esta mañana en el Museo Provincial de Teruel, donde el propio artista, Godofredo Edo, ha destacado que en sus lienzos están plasmadas las emociones de cada momento y ha añadido que son «sensaciones determinadas». Por este mismo motivo, ha explicado, que su muestra no tiene un título, ya que «no se pueden nominar los sentimientos».
Por su parte la diputada provincial, Emma Buj, ha subrayado el gran valor artístico de la obra y la suerte que tienen los ciudadanos de Teruel de poder visitarla. También ha recordado lo importante que es para la Diputación Provincial de Teruel colaborar con otras instituciones como lo ha hecho en esta ocasión con el Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora. Buj ha asegurado que «la Diputación busca potenciar las relaciones con todas aquellas entidades que compartan el objetivo de difundir las cualidades y los recursos con los que cuenta la provincia».
Los comisarios de la exposición han sido el catalán Jesús Martínez y el turolense Gonzalo Tena. El primero ha destacado que la obra de Edo no «tiene tiempo» y refleja la «idea de perseverancia pictórica», y el segundo que «el tiempo juega a su favor porque lo que ha conseguido es rejuvenecer su obra».
EL ARTISTA
Godofredo Edo nació en Hospitalet de Llobregat en 1926, en el seno de una familia de procedencia turolense. Estudió Bellas Artes en Barcelona y posteriormente viajó a París donde conocería en el Colegio de España (1957-1959) a jóvenes artistas como él y, entre ellos, entabló amistad con el pintor Salvador Victoria. A su regreso se establece en Barcelona e inicia una larga y fructífera etapa de trabajo creativo sin que esa intensa pero callada labor trascendiera apenas a los circuitos habituales del arte. Una dilatada tarea que, contemplada ahora y a juicio de los expertos, permite valorar su obra como una de las más relevantes y coherentes en la línea del informalismo y la abstracción en España.
A través de «s/t.» (sin título),esa escueta denominación que pretende añadir un interrogante y no condicionar el contenido de la exposición antológica que ahora se ofrece al espectador, la obra hasta ahora oculta de Edo nos testimonia la contrastada vocación estética de alguien que escogió el camino de la abstracción y el informalismo y lo practicó con una insistencia y una pasión por pintar que iba más allá de prejuicios y modas.
A partir de ahora, y gracias también al cuidado catálogo que documenta la muestra, el misterio en torno a Edo aparece al fin desvelado. Una tarea que ha corrido a cargo de los dos comisarios de la exposición: el pintor Gonzalo Tena y el crítico de arte Jesús Martínez Clará. Ambos indagan en el perfil biográfico de Edo y brindan un pormenorizado análisis de su producción creativa. Dichos textos se enriquecen, además, con un amplio repertorio fotográfico que no sólo reproduce las obras expuestas sino que exhibe imágenes de la peripecia vital de Edo.
LA ABSTRACCION SOLITARIA, VANGUARDISTA E INDEPENDIENTE DE EDO
La rareza a la hora de evaluar a Edo es su condición de pintor que nunca se ha preocupado por mostrar su obra. Nunca ha exhibido su trabajo en el ámbito de las galerías o salas de exposiciones. De ahí que, durante décadas, sus pinturas se hayan almacenado en su propio estudio-vivienda y su contemplación haya estado al alcance de muy pocos.
En cualquier caso, la labor de Edo testimonia una incesante y notable actividad, una pintura en acción con indiscutibles dosis de rigor e interés. Sus trazos caligráficos de reminiscencia oriental entroncan con la mejor tradición gestual de los creadores abstractos europeos o americanos. Contemplada ahora, su pintura posee un valor añadido de coherencia y modernidad que se nos revela, al fin, de forma sorprendente y en una exposición que resume toda una vida dedicada al arte.
En el análisis que el catálogo publica del crítico Jesús Martínez Clará se nos dice, con buen criterio, que Edo siempre siguió su camino informalista de modo solitario, independiente y perserverante. Son 50 años de pintura que parten desde los albores del informalismo y la abstracción en España hasta la actualidad. De ahí que esta exposición al que llama «apóstol de la pintura de acción» constituya un modesto homenaje a los artistas que, como él, sin gozar de reconocimiento público, nunca han dejado de trabajar en lo que ellos han considerado como necesario.
El catálogo contiene también una valiosa conversación, de pintor a pintor, entre Gonzalo Tena y Edo. El texto es, en realidad, una transcripción libre de unas cuantas horas de tertulia entre ambos creadores que permite conocer más y mejor la biografía y las opiniones de Godofredo Edo. Un hombre de pocas palabras, según Tena, y que «tal vez por eso mismo su pintura tiene tanta intensidad».
Gonzalo Tena, que ha sido uno de los promotores de este redescubrimiento de Edo en Teruel, reconoce su complicidad hacia este artista. Porque «cuando se ve la forma en que Edo mira sus papeles cargados de óleo, cómo despega los que el tiempo ha adherido, cómo amontona, un poco al azar, las pinturas que ya para él están muertas, se comprende, sin necesidad de palabras, que Edo no le da mucha importancia a lo material en general ni a los restos mortales de su trabajo ni a la opinión que alguien pueda tener de él».
Concluye Tena que Edo «mira sus antiguos cuadros con la frialdad del médico forense al levantar un cadáver. Sabe que no son nada y que él tampoco. O, para ser más exactos, sabe, con una creencia profunda y firmemente asentada, que él es más que esos tristes despojos entre los que se incluye y me incluyo. Ahí está la sorprendente fuerza de su trabajo, de ahí viene el escrupuloso rigor que nos deslumbra. Edo, que se declara, como Buñuel, profundamente ateo, también como Buñuel es (y creo que en el fondo lo sabe) un hombre de una intensa fe, poco común, arraigada en lo hondo con una fuerza sobrehumana».
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